Con el final del verano también nos vamos despidiendo poco a poco de las ficciones que han logrado que la espera hasta la nueva temporada se nos haya hecho más placentera de lo habitual. Una de estas series es ‘The Newsroom’, la ficción creada por Aaron Sorkin que llegaba a finales de junio precedida de una gran expectación por saber en qué constitía lo nuevo del creador de ‘El ala oeste de la Casa Blanca’ tras su llegada a la HBO. Quizá ahí haya residido el principal factor que ha jugado en contra de ‘The Newsroom‘, ya que hay series que saben aguantar correctamente la expectación que crean ante su estreno y otras que muestran que son más débiles de lo que nos quieren hacer creer. Y ‘The Newsroom’ forma parte del segundo grupo.
¿Es ‘The Newsroom’ una mala serie? Por supuesto que no. ¿Es una serie excepcional? Lamentablemente tampoco, aunque la ficción parte con una premisa que crea un halo de grandilocuencia que nos puede llegar a confundir desde un principio. ‘The Newsroom’ pretende mostrarnos la otra cara de la información, lo que hay detrás de una redacción de noticias con la responsabilidad de informar cada día a la ciudadanía. Y, aunque este punto de partida tenga algo de épica, el acabado de ‘The Newsroom’ nos ha producido sentimientos muy distintos durante el desarrollo de su primera temporada, que van desde la alabanza más enérgica hasta momentos de vergüenza ajena.
Quizá buscábamos tanto en ‘The Newsroom’ la crítica social, la bofetada a los medios de comunicación actuales, que a veces nos hemos olvidado de que se trataba de una serie de televisión, con sus conflictos entre personajes y sus enredos amorosos, pero estoy más cerca de pensar que el principal error de ‘The Newsroom’ ha sido en no presentar esa parte de ficción acorde a la otra mitad de la serie, dejándonos una producción a medias, capaz de fascinar y producir rechazo a partes iguales.
Una serie necesaria
Pero antes de todo tenemos que comenzar centrándonos en los elogios. La parte crítica de ‘The Newsroom’, la esencia de la serie, es un aspecto que debemos agradecer desde el primer minuto, ya que nos permite reflexionar sobre hechos con los que lidiamos diariamente. En este caso toca poner el enfásis en la televisión, sobre todo en aquellas prácticas que se llevan a cabo en la actualidad a la hora de informarnos y de las que parece que estamos inmunizados. ‘The Newsroom’ pretende hacer una crítica sobre todo ese mundo y lo consigue llevando a cabo unas prácticas que muchos tacharán de idealistas, pero que para mí resultan un ejemplo de lo que deberíamos aspirar como sociedad.
No es casualidad que estos días en nuestro país hayamos visto varias noticias que han ocupado los informativos y que han conseguido que pensemos en cómo serían abordadas si fueran recogidas por el informativo presentado por Will McAvoy (la restauración del Ecce-Homo de Borja, el caso Bretón…). Que comencemos a dudar de unas prácticas gracias a una serie de televisión es algo que le tenemos que agradecer a Aaron Sorkin, por lo que ‘The Newsroom’ aparece como una ficción necesaria para una sociedad consumidora habitual de telebasura y que se encuentra inmunizada ante ella. ¿Se pueden hacer las cosas de otra manera? Lo cierto es que sí. Solo hace falta parte de la voluntad que muestran tener toda la redación de News Night, algo tan básico que parece increíble que tenga que llegar una serie de televisión para recordárnoslo.
Otro de los grandes aciertos de ‘The Newsroom’ es recoger hechos reales que han sido noticias años atrás, dándole al espectador un punto de refencia para hacer más énfasis en la crítica. En este sentido, lo que más chirría es la facilidad o la casualidad que tienen los periodistas de la redacción de News Night para conseguir sus fuentes, que siempre suelen encontrar con una tremenda fortuna en un ámbito cercano a ellos. En este punto entramos en el terreno de la ficción, un aspecto que consigue distanciarse del resto y que no produce la misma fuerza que sí tiene ‘The Newsroom’ cuando pretende ser un azote de los medios de comunicación de la actualidad.
Superando la barrera Sorkin
Como decía arriba, ‘The Newsroom’ flojea por culpa de su parte de “ficción”, en la que encontramos a unos personajes excéntricos que protagonizan unas relaciones personales que no importan lo más mínimo. Eso es lo que ocurre con Maggie, Jim, Don, Sloan y Lisa, una alargada lista de personajes secundarios enamorados unos de otros y que provocan el cansancio del espectador. Estos nombres son un ejemplo de lo poco que nos pueden llegar a interesar los personajes en ‘The Newsroom’, quizá debido a un error en su presentación o en el desarrollo que sus historias han tenido durante los diez episodios de la primera temporada.
Algo más interesante se establece la relación entre Will y Mackenzie, sobre todo debido a las personalidades que muestran los dos protagonistas de ‘The Newsroom’. Aún así, ninguno se libra de protagonizar uno de esos momentos por los que la serie tanto ha chirriado durante su primera temporada. El final del episodio en el que toda la redacción hace cola para colaborar en el rescate de un colaborador que contrató la cadena para informar en Egipto mientras Will y Mackenzie se funden en un abrazo es solo una de las escenas que nos han confundido sobre el tipo de serie que estábamos presenciando. Y es que ‘The Newsroom’ ha demostrado en diez episodios que puede ser tan dramática como cómica, o tan irritante como pastelosa.
Otro de los aspectos que juegan en contra de ‘The Newsroom’ son sus particulares diálogos, llenos de rápidas e ingeniosas reflexiones. Muchas de ellas requieren una pausa para ser entendidas, algo que no está al alcance del ritmo que posee ‘The Newsroom’. No soy partidario de este tipo de diálogos, que alejan al espectador más que acercarlo, pero hay que reconocer que una vez que se supera esta barrera, ‘The Newsroom’ vuelve a dejar de manifiesto su atractivo y gran potencial, una serie que te puede dejar con un gran sabor de boca si se dejan a un lado esos momentos tan insoportables que señalaba anteriormente
Una vez finalizada la temporada de ‘The Newsroom’ tengo la sensación de que me he subido a una gran montaña rusa. La ficción comenzó, al igual que una de estas atracciones, subiendo hasta intentar alzarse lo máximo posible, para más tarde comenzar una caída a la que le sucederían posteriores subidas y bajadas. Con algunos de sus diálogos he tenido la sensación de estar girando en uno de esos inmensos anillos con los que cuenta cada montaña rusa que se precie y con sus escenas pastelosas he sentido el mismo rechazo que por uno de los latigazos que recibes en movimiento cuando estás sentados en tu vagón. Al final he terminado con el cuerpo revuelto, con una sensación extraña, de rechazo y de aceptación, mareado y a la vez contento. Pero eso sí, dispuesto a volver a montar en cuanto tenga la posibilidad de estar ante su segunda temporada.
28 de agosto de 2012
'The Newsroom', sentimientos encontrados
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